Imposible andar por tantas preparatorias y no ser invadido de vez en cuando por oleadas de nostalgia, que-tal-sis y por-que-nos. Lo extraño es la naturaleza de la nostalgia; en lo personal, nunca llega como anhelo sino como sabor de boca, comezón atrasito de la nariz, o la sensación de un orgasmo frustrado de puñeta sin ganas a los 17 en sábado por la tarde, nomás porque no había nada más que hacer.
Mi prepa no fue mala, tampoco fue mágica, fue prepa y ya. Fui feliz mas no un héroe, pasé por debajo del radar como dicen los gringos, pero ahí abajo conocí mucha gente, dos de ellos serán mis amigos hasta la muerte. Resulta lógica entonces la naturaleza de mis no-anhelos, de mis recuerdos sobrios y comezones existenciales, no hay nada a lo que quisiera regresar o quisiera volver a vivir, es sólo que hay situaciones que por su naturaleza jamás volveré a experimentar, y eso duele un poco. Bien me dijo un día un hobo en Santa Barbara «well, you can’t keep drinking the same ol’ wine from a brand new bottle…»
Cortázar alguna vez escribió «todo es impreciso, posible, e improbable», y es sólo por ese posible que no voy a usar la palabra «nunca», pero sé que es bastante improbable volver a sentir la emoción que sentí cuando hojeaba el librito de A Saucerful of Secrets sentado en la parada del taxi rumbo a Playas, después de pasar una hora deseando tener todo el dinero del mundo para comprarme toda la pinche Ciruela*. Apareció ahí, el quinto elemento que en realidad resultó haber sido siempre el primero, un hombre de mirada extraña que no era Gilmour, Waters, Wright, o Mason, y cuyo nombre corría por mi cerebro de oreja a oreja pateándome el subconsciente por que cómo-puede-ser-que-sé-quien-es-si-nunca-en-la-vida-he-escuchado-sunombre, Syd Barrett. La emoción que era encontrar algún poster, ni se diga un disco, luego descubrir que él y Gilmour tocaban juntos en la prepa, la emoción de abrir The Madcap Laughs cual paquete de cigarrillos para escucharlo una única vez en su forma original, inmediatamente quemar una copia y volver a guardarlo para no sacarlo nunca más (esa fue la promesa). Esos días sin internet (yo, no el mundo) donde las noticias viajaban de boca en boca y bien apretaditas de la mano con los rumores y las mentiras, cuando no cualquiera podía meterse a Wikipedia y con diez tecleos y un click chutarse toda la historia de piper a final cut. No, había que estudiar, aprenderse genealogías, dejarse crecer el pelo, comparar historias para ver cual cuadraba y cual no. Los Beatles fueron los primeros en traer la música hindú al mainstream occidental con Norwegian Wood, todo porque Harrison conoció a Shankar, quien años después tocó en el «Concert for Bangladesh» (dress-rehearsal para el «Concert for George»), donde también toco Klaus Voorman que anduvo con los Beatles desde el comienzo, y Dylan quien años antes les diera su primer churro y que años después formaría parte de los Travelling Willburys junto a Harrison y Roy Orbison, quien compuso Pretty Woman en un tourbus donde andaban los chamacos de Liverpool en sus primeras giras. También con Shankar, Harrison, Dylan y Voorman sale Clapton, quien no sólo le bajó la esposa a Harrison sino que le escribió una de las canciones más chingonas del mundo, pero no hay pedo por que ella se fue después de encontrar al Beatle callado cogiéndose a la esposa del Beatle Estrrella por que el George insistía en andar de swinger, pero no con Lennon (y quien lo culpa) aunque bien sabía que él también llevaba tiempo echándole los perros a Patty, la cual nunca lo peló como a Ron Wood, para desgracia de Jagger que puso todo su empeño y esfuerzo durante tres años, pero tampoco hubo tanto pedo ahí por que Harrison ya se había llevado a la esposa de Wood a España a ver a Dalí… uff… estas cosas había que averiguarlas, intercambiarlas, asegurarse de pasar toda la información posible por que si no nomás no sabía igual el solo de Something.
Me sorprende como irremediablemente estos nostalgeos terminan siempre por enfocarse en mi pelo, esa doble sensación de libertad y protección que sentía al caminar, pelo-bandera, pelo-caparazón. Dos años de mi historia era lo que me acompañaba cada día, y eran estos los que me protegían cuando llegué a Estados Unidos. No estaba nada feliz de dejar amigos y novia atrás para comenzar de nuevo en otra escuela, otro país. Mi timidez me impedía relacionarme con nadie y pasé a ser uno de esos raros que entran y salen del salón sin hablar con nadie, siempre con los brazos cruzados y la cabeza pegada al mesabanco, el pelo cubriéndolo todo. A lo más llegué a ser una novedad, el güey alto que usa bolsa (estos gringos no conocían los morrales), nunca se quita los audífonos y habla con un acento extraño. Fue un año muy importante, un curso intensivo de America 101, aprendí, desmentí y corroboré estereotipos, conviví cara a cara con su patriotismo, su amor por el fútbol (americano) de preparatoria, lo que hacen los entrenadores por sus jugadores (lo bueno y lo malo), la convergencia de culturas, la libertad y el libertinaje. Recuerdo el primer día en mi clase de U.S. Government, sentado hasta atrás del salón ví más tangas asomándose de los pantalones de las que jamás había imaginado. Una que en particular me gustaba ver era la de la muchacha que se sentaba frente a mí que parecía modelo de Quicksilver, no por bonita, simplemente era muy extraño ver de pronto todas estas caras, cuerpos y tangas que uno sólo ve en revistas o espectaculares, fenotipos a los que pronto me acostumbraría. Recuerdo un día que pasaba una tarjeta de cumpleaños gigante por el salón para que le escribieran algo a su novio que se había graduado el año anterior y ahora estaba en Afganistán, planeaban casarse la próxima vez que regresara. Fue la primera vez que vi la guerra como americano. Un año más tarde me enteré que alguien del salón se había vuelto loco desde que regresó, se cortó la cara con un cuchillo frente a la muchacha que siempre quizo en la prepa, Mallory, por que se enteró que en su ausencia ella había perdido la virginidad, pobre, sin darse cuenta que el que en realidad había perdido todo era él. Un año después de eso un amigo muy cercano también fue mandado a Afganistán y sentí el terror de no volver a verlo nunca más.
A mi izquierda se sentaba Dane, lentes, no muy inteligente, línea ofensiva, me decía Carrey por que le recordaba a su amigo Carrey:
-«Hey Adrian, doesn’t this guy look like Carrey?»
-«I don’t know»
-«Yeah man, its Carrey! What’s up Carrey?!»
Al menos me hablaba, y no eran malas sus intenciones, sólo era un poco lento. Me impresionaba verlo todas las mañanas leyendo el periódico, pero luego me dí cuenta que sólo leía la sección deportiva y, de ésta, sólo leía la sección local. Almacenaba en su cabeza impresionantes cantidades inútiles de estadísticas de fútbol de preparatoria de San Diego. Siempre pedía que lo dejara copiar mis exámenes:
-«Hey Carrey, let me see your test»
-«We have different tests Dane, it won’t work»
-«It’s allright, they’re similar enough»
-«It’s U.S. Government, I’m Mexican Dane, I should be copying from you»
-«It’s allright, just give me your test»
Y así nomás, el güey agarraba mi scantron sin miedo a que alguien lo viera. Después me enteré que el entrenador había hablado con los maestros y Dane era muy valioso en el equipo como para no dejarlo jugar «sólo porque no pasa Civismo».
A mi derecha se sentaba Kyle que ha de haber tenido unos 15 años en ese entonces. El primer día de clases lo vi inhalando una mezcla de coca y éxtasis en su mesabanco. En mi puta vida había escuchado hablar de éxtasis. Otro día lo ví, lo ví! fumar mota en el salón. Yo sólo bajaba la cabeza, dejaba que el pelo me cubriera la cara y dormía.
Los horarios de clase eran asi: Lunes y Miércoles había periodos 1, 2 y 3, Martes y Jueves 4, 5 y 6, y los viernes nos tocaba una embarradita de todo. Recuerdo una vez que una morra en mi clase de comunicación me dijo:
-«Hey Pedro (sabe mi nombre?) can you hold on to this, we’re playing a prank on xxxxxxx.»
-«Allright, I’ll give it to you tomorrow? During 3rd period?»
Los que me conocen saben de mi inabilidad casi clínica para recordar o reconocer rostros. La muchacha era filipina, y yo creí que era la misma muchacha que estaba en mi clase de matemáticas, pero al final de cuentas no me puso mucha atención y dijo:
-«Or you could just give it to me next time we meet here…»
-«OK»
Era un walkman de cassette, raro para el lugar y la fecha pero, al fin y al cabo una broma es una broma.
Al día siguiente durante el segundo periodo, en la clase de U.S. Government, yo dormía agusto en mi mesabanco cuando escuché:
-«It’s Carrey»
-«Hey Carrey, wake up»
-«Carrey»
Levanté la mirada y era Mr. Gonzalez, el guardia de seguridad, preguntando por mí. Me desperté, agarré el morral, salí del salón, me subí a su carrito de golf y nos fuimos a la dirección sin dirigirnos la palabra. Inocente, en actitud y delito, entré a la oficina del subdirector donde estaba la muchacha filipina, su abuelo que no hablaba inglés y un policía. Saludé a todos.
VP: -«Paydro, do you have xxxxx xxxxxxxx’s walkman?»
Yo: -«Yeah, it’s right here in my bag» (lo saco y se lo entrego)
Filipina: -«See? I told you he had it!»
Policía: -«Paydro, where did you get this?»
Yo: -«She gave them to me yesterday during 5th period, she said she was playing a prank on xxxxx xxxxxxxxx and asked me if I could hold on to them until tomorrow.»
Filipina: -«He’s lying, why would I give them to him? I don’t even talk to him.»
VP: -«Paydro, it’s very important that you tell us the truth.»
Policía: -«This is theft, and if you’re lying I can arrest you right now. Are you telling the truth?»
Yo: -«Why would I steal them?! I love music, I would never do that to anybody. Plus I have a CD player, look (les muestro el morral).»
Filipino: -(a su nieta) «Tagalogtagalogtagalogtagalog!!!»
Yo: -«Plus, why would I be carrying it around the next day if I had stolen it?»
No sé por que fueron necesarias tan pocas explicaciones para dejarme ir, pero el policía me dió las gracias y Mr. Gutierrez me llevó a la clase de civismo en su carrito de golf. El episodio duró muy poco, no estaba plenamente consciente de que alguien habia intentado acusarme de robo, no hubo suficiente tiempo para indignarme. Cuando abrí la puerta del salón todos preguntaron que había pasado, por que había venido seguridad por el güey callado. Dane me gritó desde atrás del salón.
Dane: -«What’s up Carrey? What happened?
Yo: -«Nothing, they just took me to the VP’s office.»
Dane: (todavía desde atrás del salón) «The VP’s office? Why?»
Yo: -«They gave me an award»
Dane: -«An award?! Cool, for what?»
Yo: -«Best student»
Dane: -«Allright Carrey!»
Yo: -«I’m kidding Dane, they questioned me for stealing something.»
Otros en el salón: -«What?!»
Dane: -«He’s kidding guys. Allright Carrey! Best student!»
Regresé a mi lugar en el fondo del salón y me senté, los brazos cruzados y la cabeza pegada al mesabanco, el pelo cubriéndolo todo. Después me enteré que a la filipina la mandaron de regreso a las Filipinas esa misma semana.
No son anhelos, simplemente sabores olvidados. Irrepetibles e imposibles.